La feria, inaugurada en Expo Reforma, pone el reflector en los pueblos originarios.
¡Grata sorpresa! Entrar a la feria de arte Material, que inauguró su décima edición este jueves en Expo Reforma, en la Ciudad de México, es confirmar que en la rareza, la particularidad, la libertad del ejercicio artístico como estatus político y el arte como herramienta de resistencia yace la fuerza de un país que se presume pluricultural.
La Semana del Arte es un crisol de oportunidades no sólo de apreciación artística o un mero mercado de artículos de lujo. De ser únicamente así, no valdría la pena llamarla como tal. El arte debe afincarse en su diversidad. Y eso está demostrando esta versión de la semana que pone a la capital mexicana en el centro de la conversación sobre el ejercicio artístico. Y Material es, sin duda, un espacio consolidado y necesario para garantizar esa vastedad.
En Expo Reforma hay dos niveles con salones dedicados exclusivamente para las galerías provenientes de todas las latitudes, desde Japón hasta Puerto Rico, de San Cristóbal de las Casas a Cherán. El arte objeto, la pintura, el dibujo, la intervención, el arte comunitario y contestatario destacan entre las piezas que se exhiben en sus pasillos.
Crear es luchar
Este artículo considera prudente destacar un rincón de la feria Material en el que conviven dos booths de galerías con obra de artistas de pueblos originarios, que abogan por su identidad, la historia de sus pueblos, y luchan contra el extractivismo industrial y cultural.
Es el caso de la Galería Muy, un espacio establecido en San Cristóbal de las Casas, pensado desde y para la comunalidad de los pueblos maya y zoque y sus artistas, pero también gestado como un faro para difundir el arte y la visión identitaria, sus luchas y reclamos. Es la cuarta ocasión en que esta galería participa en Material.
Del booth de Galería Muy penden cuadros de pequeño y gran formato que ilustran las historias de la relación de los pueblos con el territorio, los animales, las deidades, la siembra, la música, la medicina natural y sus demandas.
Hay obras de tres artistas: Maruch Méndez, pintora, bordadora, líder comunal y hablante tzotzil consolidada en el mundo del arte; Saúl Kak, hablante zoque, cineasta y pintor dedicado a la transmisión de los saberes de su pueblo, y Raymundo López, hablante tzotzil quien actualmente trabaja como supervisor de trabajo agrícola en Florida, Estados Unidos, también dedicado al arte nostálgico y revisionista sobre los neocolonialismos.
“El proyecto de Galería Muy surgió hace nueve años porque no había espacio para artistas de pueblos originarios. Las instituciones solamente dan oportunidad a artistas consagrados, pero cuando eres emergente no hay espacios disponibles. Por eso es que nos interesa mostrar nuestro arte hacia afuera”, declara Martha Alejandro, coordinadora de la galería.
El artista Saúl Kak está presente en la feria. Lleva consigo cuatro obras que reflejan los saberes transmitidos por la oralidad y las vigentes preocupaciones de su pueblo. Una de las obras de Kak es tan sencilla como poderosa en su mensaje. Dice. “No al fracking”.
“Esa frase, la tenemos en todas las paredes de nuestro territorio. Antes no sabíamos qué significaba, pero, poco a poco, algunas de esas palabras del inglés se han vuelto parte de nuestro día a día. Tuvimos que apropiarnos de ellas para poder defender aquello que está siendo vulnerado. Entonces, en las comunidades, esa misma palabra la traducimos a nuestras lenguas, la explicamos, para entendimiento de todos”, explica el artista.
En Cherán, resistir también desde el arte
A unos metros se encuentra la Galería Chérpiri, fundada en Cherán, pueblo autónomo p'urhépecha, en Michoacán, por la historiadora y curadora Rosa Huaroco como “un espacio autónomo de prácticas simbólicas”.
Las obras que presenta esta galería son autoría de seis artistas o colectivos, entre ellos Giovanni Fabián Guerrero, Rojo Negro, Ariel Pañeda y Salvador Xharicata. Ellos usan materiales como el maíz, el barro, la tela como procesos comunales y posturas rituales y políticas.
“Es un booth donde los materiales dicen casi todo”, explica Noé Martínez, artista y colaborador de la galería. “Tenemos artistas que se relacionan y piensan con el material. Todo el tiempo piensan en cómo van a transformar la materia prima en representaciones sobre nuestra cosmovisión. Por ejemplo, el modificar la caña de maíz para generar una escultura o un elemento estético o ritual”.
En la galería se exhiben piezas del colectivo Rojo Negro, con una serie de esculturas en cerámica de alta temperatura con engobes y fresco, incrustaciones de cristal, latón y semillas, con leyendas como: “Pareces indio”, “Acero por selva” o “Desaparecer a los desaparecidos”, que ponen en tensión ideas de opresión, marginación y violencia normalizada contra los pueblos en resistencia.
“El mercado es una negociación. Ahora estamos viendo a agentes de nuestras comunidades sentándose a negociar con el mercado como antes no podían hacerlo. La clase alta que ponderaba en el arte en México está empezando a tener quiebres a través de los que pueden hablar otras credenciales, otras geografías. Y la galería es una plataforma importante de mercado, que acelera los procesos, porque así los artistas se dignifican, tienen ingresos con precios justos por su trabajo. Esto los pone en el mismo lugar que a cualquier artista en el mundo”, concluye el colaborador y artista.
-El Economista 10/02/2024