La Comisión Federal para la Prevención contra Riesgos Sanitarios (Cofepris), tratando de emular a la FDA (Food and Drug Administration), fue creada en la administración de Vicente Fox Quesada. El objetivo de este organismo es proteger nuestra salud. Debe regular a los productores de alimentos procesados, plaguicidas, medicamentos, cosméticos y también de suplementos alimenticos.
En mis 34 años de experiencia de la gestión ambiental, puedo afirmar que la Cofepris, desde que nació, siempre ha estado alineada con los intereses de varios grupos de empresas nacionales y transnacionales. Así lo demuestran casi todas las normas oficiales mexicanas.
Muchas dependencias del gobierno federal han sido muy complacientes con fabricantes de alimentos procesados. Un ejemplo es que en casi todos los grupos de trabajo para la creación de las normas oficiales mexicanas no han sido convocados los OSC (organismos de la sociedad civil), expertas en cada tema, a pesar de que así lo exigen la Ley Nacional de Metrología y Normalización, y ahora la nueva Ley de la Infraestructura de la Calidad. Esto es ilegal.
La Cofepris carece de laboratorios toxicológicos que le permitan verificar lo que las empresas presentan como evidencia de baja o nula toxicidad de sus productos. Tampoco tiene inspectores que verifiquen el control de calidad de producción y formulación de lo que consumimos.
Nunca ha realizado estudios epidemiológicos y no tiene control de vigilancia del uso de más de 4,700 “aditivos alimenticios”. Por ejemplo, la NOM-247-SSA1-2008, “Productos y servicios. Cereales y sus productos. Cereales, harinas de cereales, sémolas o semolinas. Alimentos a base de: cereales, semillas comestibles, de harinas, sémolas o semolinas o sus mezclas. Productos de panificación. Disposiciones y especificaciones sanitarias y nutrimentales. Métodos de prueba”, no nos garantiza su obligada inocuidad.
*Carlos Álvarez Flores, presidente de México, Comunicación y Ambiente, A.C.
Experto en gestión de residuos y cambio climático