Héctor Zagal

Héctor Zagal

Comprimidos del Dr. Zagal

Twitter: @hzagal |

Pan de ánimas y calaveritas

¿Les gusta el pan de muerto? A mí me encanta, especialmente, si está perfumado con agua de azahar, aunque hay gente a quien no le agrada porque “sabe a loción”, dicen.

Esta es una tradición mexicana, si bien en la España antigua ya existía la costumbre de ofrecerlo a los difuntos. Se le llamaba el “pan de las ánimas”.

Los días 1 y 2 de noviembre, no sólo es ocasión de fiesta. Es también un momento para reflexionar. A nadie le gusta morir. Vivir es un impulso natural, quizá el más fuerte, el más intenso. Solamente algunos pocos son capaces de sacrificar su vida por un ideal o por una persona.

Es un lugar común afirmar que los mexicanos nos reímos de la muerte, pero la afirmación tiene mucho de verdad y algo de falsedad. Mis alumnos, por ejemplo, suelen regalarme los típicos cráneos de azúcar con mi nombre en la frente, acompañados de versos jocosos. Son “las calaveritas”, donde se habla de mi muerte y mi llegada al inframundo. No deja de haber algo macabro en esta costumbre, pero su ingenio siempre me saca una sonrisa.

En una ocasión, un profesor alemán visitó mi universidad alrededor del 2 de noviembre. Los estudiantes le obsequiaron la tradicional calaverita con su nombre. El catedrático se asustó mucho, pues pensó que se trataba de un tipo de amenaza o un rito de narcotraficantes. Le expliqué la costumbre y se quedó más tranquilo.

A pesar de los coloridos altares de muertos y las risueñas catrinas, los mexicanos, como cualquier humano, tememos la muerte. No hay nada malo en ello. Pensar de vez en cuando en nuestra muerte, nos enseña a vivir. Recordar que la vida terrenal no es eterna, nos debe llevar a apreciar el instante presente y a ser más cariñosos con las personas que amamos. La vida es un don y debemos disfrutarla juntos.

Y ustedes, ¿qué platillo quieren que les pongan en su ofrenda del Día de Muertos? En la mía, pongan mole poblano y chiles en nogada.