Héctor Zagal

Héctor Zagal

Comprimidos del Dr. Zagal

Twitter: @hzagal |

Que llueva, que llueva, la Virgen de la cueva…

¿Cuando eran chicos cantaban para que lloviera? Yo conozco esa cancioncita valenciana que entonaba de niño cuando hacía mucho calor. Empezaba así:

Que llueva, que llueva, / la Virgen de la cueva / Los pajaritos cantan, / las nubes se levantan / Que sí, que no, / que caiga un chaparrón / con azúcar y turrón.

Era una superstición de niños creer que una canción cambiaría el clima. Pero no todas las cábalas son de niños; algunos adultos creen que clavar unos cuchillos en el jardín evitará que llueva. Otros piensan que formar una cruz con los cubiertos en la mesa evitará que la lluvia arruine una fiesta al aire libre.

Cuando llueve, ya no sirve clavar los cuchillos: la realidad se impone y sacamos el paraguas. Pero cuando lo tomamos, lo abrimos hasta que estamos fuera de casa, pues otra superstición afirma que es de mala suerte hacerlo bajo techo.

A diferencia de las anteriores, esta superstición tiene sentido. Quienes convivimos con niños pequeños, sabemos lo peligroso que es un paraguas en casa… No sólo se rompen jarrones y floreros, sino que también nos podríamos picar un ojo, y aunque secos, estaríamos tuertos.

Antiguamente, se les decía a los niños que, cuando llueve, los angelitos están llorando. Pero la lluvia tiene causas más triviales: la condensación de agua en las nubes y… a que escuchamos el silbatito del afilador de cuchillos. ¿Conocían esa superstición? En México, le atribuimos a un comerciante ambulante poderes meteorológicos.

Los seres humanos necesitamos de la lluvia. La suficiente para llenar las presas y limpiar el aire, pero no tanta que arruine las cosechas e inunde las ciudades. Nuestro país sufre una terrible sequía. Urge que llueva. ¿Qué podemos hacer? Cuidar el agua que tenemos y, quienes profesan una religión, rogar a Dios porque haya aguaceros.