Existe desde tiempos de Nueva España. Primero, fue hacienda y luego una extensa zona que compró la tercera condesa de Miravalle. De ahí el nombre de La Condesa, hoy, una colonia llena de nostalgia, historia y cultura. Tiene sitios que nos remontan al pasado, como el famoso Carrito de Cuerda, estacionado en la esquina de las calles Veracruz y Guadalajara.
Es un original atractivo del hotel Condesa, un automóvil real, de los años 40, con un chofer de hojalata y una enorme llave de cuerda en su parte trasera. Antes, al girarla, se escuchaban Veracruz o Amor de mis amores, inspiradas melodías de Agustín Lara. En la actualidad, ya no las toca, pero el coche, color vino y blanco, aún luce flamante, a la vista de todos. Es memoria viva de un México que se fue extinguiendo para dar paso a la modernidad.
Fue una idea de la artista visual Betsabeé Romero y del arquitecto Javier Sánchez.Esta curiosidad está afuera del hotel que ocupa un edificio neoclásico de 1928, catalogado por el INBA como pieza antigua de la arquitectura mexicana. Es una belleza.
Esta joya simula aquellos carritos de juguete que eran la delicia de los niños en los años 40, cuando aún no se ensimismaban con los celulares, tabletas o videojuegos. Es el recuerdo de una era dorada de la niñez y de la misma ciudad que ahora muestra otro rostro.
El Carrito de Cuerda, conocido también como “Memoria de Hojalata”, muy cerca del parque España, evoca también aquella crisis global de la industria automotriz, debido a la Segunda Guerra Mundial.