Hablar de Juan Osorio es hacerlo de uno de los últimos maestros de las telenovelas mexicanas. Lo que fueron don Ernesto Alonso y Valentín Pimstein en su momento.
Y a las pruebas me remito: ¿puede haber algo más maravilloso, para los que amamos esto, que El amor no tiene receta?
No sólo estamos hablando del más reciente melodrama del señor Osorio, sino aPerdón, pero esto, en una industria que se ha vuelto dependiente de lo que se hace en otras partes, manda un mensaje de entusiasmo, confianza y amor por el género.
Y no sé usted, pero yo estoy enloquecido de felicidad con esta propuesta porque no sólo cumple con todos los requisitos de lo que fue, es y será una telenovela tradicional a la mexicana. ¡Está llena de aportaciones!
¿Por dónde quiere que empiece? ¿Por esa dirección de escena de Eric Morales absolutamente cinematográfica, por conflictos sociales tan delicados como el robo de niños o por los grandes temas del momento como todo lo que viven las personas trans?
Se necesita de un dominio perfecto de la telenovela para hablar de todo esto así, con esa calidad, pero también con ese respeto al público.
No nos confundamos. No es una serie. No es un contenido que viaje por streaming. Es televisión abierta privada nacional. Es un concepto diseñado por y para las audiencias de Las Estrellas que hoy por hoy son las más exigentes de México.
Y si no me cree, le suplico que reflexione sobre otros fenómenos que tenemos ahí como el de La rosa de Guadalupe.
El amor no tiene receta es lo máximo, un canto de esperanza en tiempos oscuros, un momento en que todos nos podemos volver a unir frente a la televisión como lo hacíamos antes.
Felicito a sus escritores, como Pablo Ferrer y Santiago Pineda, pero también a su magnífico reparto encabezado por figuras como Claudia Marín, Daniel Elbittar, Altair Jarabo y Azela Robinson.
Luche por ver esta propuesta todas las noches por Las Estrellas. Le va a gustar. De veras que sí.