Fernando Gutiérrez

Fernando Gutiérrez

De barrio en barrio

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Panteón de Santa Paula

La colonia Guerrero, creada sobre potreros, en 1873, primero bajo los nombres de Bellavista y San Fernando, oculta historias extraordinarias, siempre interesantes para quienes quieren saber cómo era la Ciudad de México en aquel tiempo. Una de esas páginas, casi olvidada por tantos ayeres idos, es la del panteón de Santa Paula, donde todos querían un lote para su descanso eterno.

Imaginen sus dimensiones: casi 50 mil metros cuadrados entre las hoy calles de Moctezuma, Magnolia, Galeana y el Eje Central Lázaro Cárdenas. Era el cementerio de moda, incluso Antonio López de Santa Anna dispuso que su pierna, perdida en una batalla, fuera enterrada allí. Dos años más tarde el pueblo la sacó para arrastrarla por las calles y desaparecerla. También escogieron ese sitio el benefactor Pedro Romero de Terreros, fundador del Monte de Piedad, Guadalupe Victoria, primer presidente de México, y la heroína Leona Vicario. Los restos de estos dos últimos están ahora en la columna de la Independencia.

Este antiguo cementerio funcionó entre 1784 y 1836. Sin embargo, operaba desde 1779, año en que una epidemia de viruela diezmó a la población capitalina. Mató a 48 mil habitantes. El Hospital de San Andrés, propietario del lugar, dispuso un terreno lejano, cercano a la iglesia de Santa María la Redonda para los finados a fin de evitar más contagios. Entonces se pensaba que el mal se esparcía por el aire. Fue demolido a partir de 1864, y sus últimos vestigios desaparecieron en 1963, por la ampliación del Paseo de la Reforma Norte.

También allí fueron sepultadas las víctimas que dejó la epidemia de cólera de 1850-52. Tiempo después, el panteón quedó casi destruido a consecuencia de un sismo en 1858, cuando fue clausurado al ser absorbido por el crecimiento de la ciudad y por razones de salud pública.

En sus inicios no era un panteón público. Sólo era para personas pudientes, fallecidas en el citado hospital. Finalmente, en 1836, cuando una reforma legal prohibió más entierros en los atrios de las iglesias, el Santa Paula se volvió un camposanto comunitario. En 1904 fueron demolidas las últimas bardas que lo cercaban.

Hoy, sólo es una historia de tantas en la colonia Guerrero, una de las primeras en levantarse fuera del Centro Histórico, para gente pudiente. Actualmente, eso, es otro recuerdo ido..