El martes 16 de julio de 2024, la petrolera más quebrada, ineficiente, chatarra, contaminante y peligrosa del planeta, Petróleos Mexicanos, firmó un acuerdo con la constructora Mota-Engil para construir una planta de fertilizantes. La constructora fue fundada el 29 de junio de 1946, por Manuel António da Mota, denominada Mota & Companhia, en Amarante, Portugal. La nueva planta se pretende ubicar en el estado de Veracruz para producir 700,000 ton/año de amoniaco, urea y AdBlue (sistema de depuración de gases en motores diésel).
Desarrollarán la ingeniería, construcción, financiamiento y operación de la planta en tres fases. La primera, para los estudios de viabilidad (6 meses). La segunda, para la construcción (42 meses, invirtiendo 1,200 millones de dólares). La tercera, para operar la planta 20 años.
La producción petroquímica de Pemex estancada a niveles nunca vistos obliga a importar 59.0 % de las necesidades de nuestra industria. La constructora Mota-Engil dice: “La construcción de esta planta permitirá a México disminuir las importaciones de fertilizantes y fortalecerá la autonomía productiva del sector agrícola, además de promover soluciones ambientales”.
Mota-Engil y Pemex están equivocados. El uso de urea (ácida) en el campo mexicano nunca fue la solución. A 80 años de aplicar 200 millones de toneladas de urea a nuestros suelos agrícolas, vemos los pésimos resultados: la acidificación de suelos ha disminuido su actividad biológica y reducida su productividad.
Cada centímetro cúbico de suelo puede albergar de 400 hasta 600 millones de microrganismos que hacen el milagro de la fertilidad, pero necesitan vivir en un pH neutro, en un rango de 6 a 8. La acidez elimina microrganismos. Sabemos que, al aplicar la urea en el suelo, se generan muchos óxidos nitrosos (NOx) que calientan el planeta. En conclusión: usar urea perjudica gravemente al planeta.
*Carlos Álvarez Flores, presidente de México, Comunicación y Ambiente, A.C.
Experto en gestión de residuos y cambio climático