“¡Patooo… cocíooo…! ¡…carán pa…ts!”.
Ese era el pregón de las vendedoras. Gritaban con fuerza y emocionaban a los habitantes. Corrían los tiempos del Virreinato. El lugar, pobre y riesgoso, no aparecía ni en los mapas de aquel entonces.
Ellas venían de lejos, desde Cuautitlán, Zumpango y Texcoco. Ofrecían su mercancía luego de cazar patos en el barrio Candelaria Macuitlapilco, zona de lagos a donde llegaban cientos de estas aves.
Tras cocinarlos y aderezarlos con tortillas enchiladas, comenzaban a venderlos a partir de las siete de la noche. Se retiraban dos horas después por el toque de queda, y también para evitar asaltos y raterías. De noche, la ciudad era peligrosa.
Por esta tradición comercial, el nombre del barrio cambió a Candelaria de los Patos, actual alcaldía Venustiano Carranza, cerca de la Merced y de la antigua garita de San Lázaro.
En la época prehispánica y principios de la Colonia, la zona era considerada insalubre e inhabitable por ser una isleta rodeada de agua pantanosa. Pasaron los años y en la década de 1960, el entonces regente Ernesto P. Uruchurtu ordenó demoler las vecindades, crear jardines y centros de recreo. La transformación urbana remplazó el territorio por edificaciones modernas.
Con el tiempo, esta zona fue devorada por la mancha urbana; sin embargo, no ha superado sus problemas de la ciudad. Aún hay pobreza y delincuencia.
En el barrio se encuentra la iglesia Candelaria Purificación de Nuestra Señora. Se tiene constancia de su existencia desde 1580.