Uno de los símbolos más característicos de nuestra mexicanidad es el representado por un maguey, planta ancestral que ha formado parte de la normalidad de todo aquel que se hace llamar mexicano.
Sin embargo, existe un lugar que lo lleva impreso desde la propia etimología de su nombre y, me atrevo a decirlo, uno de los pueblos más bellos cerca de la CdMx. Hablamos de Metepec, en el Estado de México, cuna de arte, historia y tradición que enamora a todos los sentidos al caminar por sus calles empedradas y pintorescas fachadas.
Su recorrido puede comenzar en la iglesia del Calvario, una obra arquitectónica que se asoma sobre el relieve y da excelentes vistas de la comunidad. Al subir sus escalones, la emoción crece, pues pareciera que se ingresa a un cuento de hadas en un bosque escondido tras sus torres.
Concluida la primera escala, llegará, entre imágenes y esculturas, a la famosa Tlanchana: ser mitológico que surge de la narrativa popular desde hace siglos, una sirena que… ¡Mejor dejamos que usted lo descubra!
La magia se vive entre las calles al ver artesanos elaborando los famosos árboles de la vida, maestros de lo inimaginable. El antiguo convento de San Juan Bautista le ofrece postales coloniales, mientras que las estatuas de San Isidro Labrador lo toman de la mano hacia una de las actividades económicas principales de la zona: la agricultura.
Caída la tarde, el bar 2 de Abril le dice “salud” con una copa de su bebida verde: la garañona.
¿Se imagina todas estas aventuras en unas pocas cuadras? Metepec le muestra esto ¡y mucho más! Anótelo para su próxima parada.