Aceptar y validar a los hijos es muy importante para que desarrollen confianza en sí mismos, logren un buen desarrollo emocional, aprendan a aceptarse y lo hagan igual con los demás. Compararlos con los hermanos, primos, vecinos o amigos les genera sentimientos de celos, envidia, falta reconocimiento e inseguridad.
Si bien los seres humanos tendemos a compararnos, en la mayoría de los casos, para mejorar, es una forma de señalar las faltas o errores, y hace que el niño se centre en sus deficiencias y minimice sus logros y alcances.
Es diferente poner una referencia para motivarlos en lugar de compararlos con algunas de estas frases: “Ya viste cómo sí se puede hacer” o “Qué bien hacen otros tal o cual cosa”. Tampoco es atinado usar la palabra deberías… ser como …o portarte como…” Ello causa que el menor sienta que está defraudando. Además, para los hijos la aprobación y reconocimiento de sus padres los hace reafirmar que son parte de ese grupo llamado “familia”, con seguridad y tranquilidad.
Los hijos deben saber que son seres únicos e irrepetibles, que cada persona tiene distintas habilidades. Si los vecinos, hermanos o primos son buenísimos para alguna cosa en lo que ellos muestran dificultad, no significa que valgan menos. Así como los otros poseen ciertas fortalezas, los hijos tienen las propias.
Debemos ayudar a que los hijos encuentren sus potencialidades sin esperar a que destaquen en lo que tú quisieras que fueran excelentes. Aliéntalos e inspíralos a que logren ser mejores según sus aptitudes. Al hacerlo reforzarás su identidad y reafirmarás lo que es importante para ellos.