La noche del pasado 13 de septiembre será recordada como una de las exhibiciones más brillantes en el pugilismo de los últimos años: el estadounidense Terence “Bud” Crawford le dio una lección de boxeo al mexicano Saúl “Canelo” Álvarez, para vencerlo por decisión unánime en 12 rounds y arrebatarle todos los títulos mundiales de peso supermedio ante más de 65 mil aficionados en el estadio de los Raiders, en Las Vegas, Nevada.
Crawford, de 38 años, realizó una pelea casi perfecta para dictar magistral cátedra de boxeo al ejecutar su estrategia con inteligencia, técnica depurada en ataque y defensa, dinámica, habilidad, astucia, intuición, gran preparación físico atlética, elegancia y clase. ¡Llevó al Canelo a la escuela!, como se dice en el argot del boxeo.
Lo más sorprendente del triunfo del campeón estadounidense es que ascendió tres divisiones para enfrentar a Álvarez, es decir, subió más de 10 kilogramos para disputar la corona mundial de los supermedianos en 75 kilos, siendo un peleador de peso welter en 66 kilogramos, que solamente realizó un combate en 69 kilos el año pasado.
Su cuerpo se adaptó perfectamente a ese cambio porque conservó la gran velocidad y movilidad de su boxeo, adquirió mayor fuerza y resistencia y no se cansó en 36 minutos de intensa pelea. Subió de peso, ganó masa muscular y potencia de manera sorprendente para lograr el triunfo más importante de su carrera, concediendo muchísimas ventajas en el tonelaje a su rival.
Canelo Álvarez, por su parte, se notó lento, fuera de distancia, falló muchos golpes, fue impreciso y no tuvo la capacidad para descifrar el estilo elusivo de su oponente, le faltó disparar más impactos, hacer más presión, cerrarle las salidas a su “huidizo” adversario con pasos laterales, mover la cintura, fintar y ligar más combinaciones. No supo cómo pelearle a un rival más rápido y hábil que él.
Terence Crawford le demostró a Saúl Álvarez que la técnica y la inteligencia ganan las peleas más difíciles.