Normalmente, las tareas escolares tienen la finalidad de reforzar conocimientos adquiridos durante la clase o investigar acerca de un tema que se verá en ella; pero no sólo eso: dejar que el niño realice un deber en casa fomenta en él la responsabilidad y, en muchos casos, creatividad, independencia e incluso la curiosidad. Además, lo ayuda a organizarse, planear, anticipar y a ser resolutivo.
Por lo general, las tareas escolares son sencillas para que el menor pueda resolverlas por sí solo; sin embargo, a veces, las mamás, con la expectativa y la ilusión de que sus hijos hagan las cosas lo mejor posible o a la perfección, no sólo supervisan que las realicen, y están pendientes por si algo se les atora, sino que, incluso, hablan de la tarea como si fuera también para ellas: “¿qué nos dejaron de tarea?”, “ya tenemos que empezarla”, “ya la terminamos”, o preguntan: “¿cuánto nos sacamos o nos puso la maestra de calificación?”.
Según una encuesta realizada por Cristina Gutiérrez a más de 10,000 niños y padres en España, el 83 % les hace la tarea a sus hijos. Ayudar y terminar sesga el que sus maestros puedan ver su avance real y sus necesidades específicas. No es nuestro deber, y al hacerlo podemos mandarles un mensaje erróneo de que lo que ellos hacen no es suficientemente bueno y puede verse afectado el progreso de sus habilidades escolares y hasta en su autoestima.
Sabiendo esto, pon manos a la obra y deja que tu hijo se equivoque y entregue lo que haya podido hacer. De esta manera, él podrá también esforzarse por ser cada día mejor.