La alimentación desempeña un papel fundamental en nuestra salud física y mental. El consumo habitual de comida chatarra, rica en grasas saturadas y azúcares, no sólo afecta al cuerpo, sino que también tiene consecuencias significativas en el cerebro.
Investigaciones recientes han demostrado que una dieta alta en grasas y azúcares puede perjudicar la capacidad cognitiva del cerebro, alterando funciones como la memoria y el aprendizaje.
Además, el consumo excesivo de carbohidratos simples, presentes en muchos alimentos ultraprocesados, causa picos rápidos de glucosa en sangre. Esta elevación abrupta de glucosa induce una liberación masiva de insulina, hormona encargada de regular los niveles de azúcar en el organismo. También pueden alterar el metabolismo energético del cerebro y afectar negativamente la función neuronal.
La insulina regula la glucosa en sangre y también desempeña un papel en el cerebro e influye en las funciones cognitivas y en la plasticidad neuronal. Alteraciones en la señalización de la insulina cerebral, derivadas de dietas ricas en carbohidratos refinados, pueden contribuir al deterioro cognitivo y aumentar el riesgo de desarrollar enfermedades neurodegenerativas, como el alzhéimer.
Para promover una salud mental y cognitiva óptima, es esencial adoptar una alimentación equilibrada. Se recomienda priorizar el consumo de carbohidratos complejos, presentes en cereales integrales, legumbres y vegetales, que liberan glucosa de manera gradual y evitan picos de insulina.
Incorporar proteínas magras, grasas saludables como las presentes en el aguacate y los frutos secos, y una variedad de frutas y verduras ricas en antioxidantes, contribuye a mantener la integridad y funcionalidad del cerebro.
*Psiquiatra. Director Cisne México.