Cuando vemos las zonas tan bellas y exclusivas del Pedregal de San Ángel y de Coyoacán, lejos estamos de imaginar que ambas surgieron, muchos siglos después, por la erupción del Xitle, uno de los 200 volcanes activos que existían en el Valle de México, hace más de 1700 años.
Cierto, un estrepitoso fenómeno de la naturaleza, no sólo borró del mapa las dos primeras civilizaciones urbanas (Copilco y Cuicuilco) que había en la zona sur del Valle de México, donde aún hay 80 volcanes monogenéticos, es decir, aquellos que sólo explotan una vez, sino que también dejó listo el terreno para dar vida, siglos más tarde, a dos colonias exclusivas, habitadas por artistas, celebridades, políticos e intelectuales.
En el Pedregal, por ejemplo, la primera casa construida sobre las rocas volcánicas fue en los años 40, en la calle Agua 130, hoy abierta al público para admirar un estilo entonces poco dimensionado: una residencia empática con el ambiente, rodeada de plantas endémicas, propiedad del arquitecto Max Cetto, amigo personal de Luis Barragán, quien tuvo el ojo para urbanizar la zona, actualmente, una de las más caras de la ciudad.
Y qué decir de Coyoacán, de las más visitadas por el turismo nacional y extranjero. Una colonia que nació a la vida urbana desde que Hernán Cortés sentó allí sus reales y decidió vivir al lado de la Malinche, una casa que todavía está en pie. Pero el bum coyoacanense comenzó con la pareja dispareja de Diego Rivera y Frida Kahlo, dos pintores que habitaron la Casa Azul, en la calle de Londres 247, hoy museo recorrido por multitudes.
Así es, somos afortunados porque tenemos la oportunidad de admirar esas hermosas zonas, pero también las dos pirámides circulares de Copilco y Cuicuilco, muy cerca de la Villa Olímpica y de Ciudad Universitaria, que en 1954, igualmente, se levantó sobre las negras rocas expulsadas por el Xitle.
Sí, un cataclismo permitió el nacimiento del Pedregal y de Coyoacán. Así opera la naturaleza: del caos surge el orden. Es una ley del universo. Así ha sido desde el Big Bang, hace casi 14 mil millones de años.
Bueno, por lo pronto, quedémonos con Coyoacán, su jardín, su quiosco, sus cafeterías, su mercado y toda esa magia que embelesa al turismo nacional y extranjero. ¿Vamos?